Sebastián Galleguillo, un nadador paraolímpico hipoacúsico de 18 años, tuvo que dejar de entrenar el día que el centro Polideportivo La Patriada, en los suburbios de Buenos Aires, cerró sus puertas por la pandemia del coronavirus y no pudo acceder más a la piscina.
Tras 70 días de cuarentena, al ver la tristeza del nadador argentino por no poder practicar su deporte, sus padres decidieron construirle su propia piscina en el humilde patio de su casa.
“Yo le dije a mi mamá: quiero volver a entrenar porque me estoy volviendo rígido, estoy perdiendo movilidad en el cuerpo”, dijo Galleguillo. “No es lo mismo hacer físico afuera que estando en el agua”.
Edmundo César Hernández, un albañil de 47 años y padre de Sebastián, construyó de a poco y con materiales que tenía al alcance de su mano una piscina de 15 metros en el patio de su casa ubicada en el distrito humilde de Florencio Varela.
Hernández contó que el proceso duró tres días y consistió en clavar troncos en el piso, poner chapas y plásticos alrededor de la pileta y, por último, colocar un plástico como recipiente que contiene el agua.
“Cuando se metió a nadar, nadaba y se movía, y nosotros con la madre, teníamos la alegría de verle esa sonrisa cuando salía”, dijo Hernández.
Galleguillo, que es parte del equipo argentino de nadadores sordos y que participará en las Sordolimpiadas 2021 en Brasil, está agradecido de poder volver a entrenar a pesar del frío invierno que se desarrolla actualmente en Argentina.
“Con la natación soy uno, soy completamente yo: ahí no dependo de la audición, ahí soy yo en el agua y necesito mi cuerpo nada más para entrenar”, dijo Galleguillo.
El aislamiento obligatorio impuesto por el Gobierno ya superó los 100 días en Buenos Aires y sus alrededores. En Argentina, actual epicentro de la pandemia junto con el resto del hemisferio sur, se superaron los 100.000 casos positivos acumulados de coronavirus con más de 1.700 muertes.